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Me encanta contrarrestar la propaganda

08 05 2012

En primer lugar, no me gusta el engaño

No soy tan ingenuo como para creer que la justicia perfecta es algo más que un sueño. Sin embargo, cuando alguien dice que esté actuando para hacer justicia, espero que esta sea la verdadera justicia - una justicia igual para todos. Por ejemplo, cuando un país (o una persona), declare que mata a sus enemigos porque ellos están violando los derechos humanos, puedo aceptarlo sólo en caso que el país (la persona) mismo no las viole.

Por esa razón, Adolf Hitler es menos repugnante para mí que, por ejemplo, George W. Bush. Hitler (en la práctica) mató a mucha gente durante la Segunda Guerra Mundial abiertamente diciendo que quería limpiar su imperio de las naciones que no le gustaban. Sonaba horrible, pero al menos era sincero.

George W. Bush, un testimonio vivo del daño enorme de la propaganda
George W. Bush

Bush (prácticamente) mató a mucha gente en Irak declarando que él tuviera armas nucleares, matara a mucha gente y violara los derechos humanos. De hecho, no había armas de destrucción masiva en Irak; Bush y sus ejército y servicios especiales mataban la gente y violaron los derechos humanos en gran escala.

Luego los crímenes de Bush no eran mejores que los de Hitler, pero el primero los justificaba con mentiras flagrantes. Esto es suficiente para que el sangriento embustero Bush sea en mis ojos más repugnante que incluso el propio Hitler. (Los judíos y muchos de los eslavos probablemente no van a entender mi razonamiento, porque Hitler mataba a su compatriotas, mientras que Bush ha matado sólo a los musulmanes).

La propaganda empuja a la humanidad hacia la autoextinción

Frente a las amenazas que se ciernen sobre la humanidad, como el calentamiento global, la superpoblación, posibles pandemias, etc, todas las naciones del mundo tienen que coordinar sus esfuerzos.

Los últimos fiascos militares y económicos de los EE.UU. han demostrado claramente que el mundo no está dispuesto a convertirse en un solo imperio gobernado desde Washington. La cooperación voluntaria de todos los países es la única solución para contrarrestar los grandes desafíos de la humanidad.

Con el fin de lograr la confianza y una verdadera comprensión mutua, todas las naciones del mundo tienen que respetar unas a otras y, en primer lugar, comenzar a hablar sinceramente cada una a otra. Esto significa que para poder sobrevivir, la propaganda tiene que ser abolida.

El mejor ejemplo que sé sobre el impacto mortal de la hipocresía y la propaganda es lo que sucedió después del 11º de septiembre de 2001.

Los estadounidenses aún hoy no pueden darse cuenta de cuánta gente en todo el mundo celebraron el ataque de Mohamed Ata y su equipo contra el verdugo sangriento del mundo con cientos de miles de civiles muertos en Corea, Vietnam, Yugoslavia, etc sobre su conciencia.

Sin embargo, sólo los palestinos sinceramente y abiertamente celebraron lo que parecía un trocito de justicia por todos los crímenes históricos cometidos por los EE.UU. Los gobiernos de casi todas las naciones del mundo abrumaron los EE.UU. con las cartas oficiales de condolencia hipócrita, propaganda, destinada a ocultar la verdadera reacción de sus ciudadanos.

Como resultado, la gente de los EE.UU. ingenuamente creía que hubo obtenido el apoyo moral de todo el mundo y que tuvo el derecho a ocupar a Afganistán e Irak.

Es evidente que las guerras que lo siguieron no sólo dejaron en ruinas a estos dos países – ellas pusieron el mundo a una horrible crisis económica. Y ahora es absolutamente claro como equivocaba los EE.UU. sobre el apoyo moral que realmente tenía después al final de 2001.

Qué la gente de los EE.UU. podría haber visto las sonrisas con que miles de millones de personas en Europa, Asia y América Latina vieron los aviones llegar a las Torres Gemelas! Por el contrario, sólo ellos oyeron la propaganda oficial que les dio puntos de vista equivocados acerca de sus perspectivas.

El costo de esa hipocresía a escala mundial ya ha sido gigantesco, y todavía no sabemos lo que está por venir.

Tengo razones personales para despreciar la propaganda del capitalismo

Nací y me crié en la Unión Soviética. En mi adolescencia, yo estaba muy disgustado con la propaganda soviética que decía que el Partido Comunista de la URSS fuera el mejor del mundo, que el socialismo fuera el mejor logro de la humanidad, etc.

Yo estaba seguro que la ocupación de Lituania por la Unión Soviética fuera perjudicial para mis país y nación, que la independencia les haría la vida mucho mejor.

Por lo cual, celebré la caída de la Unión Soviética en 1992. Sin embargo, ahora, cuando veo todo lo que ha sucedido a Lituania y al mundo después que la URSS fue destruida, la falta de respeto de los llamados países occidentales por los derechos de los nacionales de los países pobres, la descarada hipocresía de la propaganda occidental, he empezado creer que la propaganda soviética que yo odiaba tanto en mi infancia, era de hecho justa en muchos puntos!

Hoy en día, cuando veo la gran ventaja del Partido Comunista de China a los gobernantes partidos occidentales, me siento cierto sentimiento de culpa por mis emociones adolescentes hacia la Unión Soviética, Rusia (de 11 años de edad, incluso pensé explosionar el Kremlin ☺) y los comunistas soviéticas. Ahora, cuando ya me lamento la caída de la Unión Soviética (aunque lo más probable sería yo también un disidente, si lo no hubiera ocurrido ☺), me siento la obligación moral de decir públicamente lo que pienso sobre su alternativa.

No puedo ver con humildad a los protagonistas del Occidente que siguen robando a mi país y parloteando descaradamente sobre la democracia, los mercados, “Europa”, etc.

La propaganda es uno de los enemigos más grandes de la humanidad, ¿verdad?


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El silencio es la virtud de los necios.

Francis Bacon

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